jueves, 12 de noviembre de 2015

Lebaniego VI

Dejo atrás San Vicente de la Barquera y en cosa de hora y media llego a Serdio. El albergue está al final del pueblo. Abro la puerta y me encuentro a unas señoras sentadas a una mesa jugando a algo que parece bingo.
-El albergue está cerrado.
-¿Y a qué hora lo abren?
- No lo abren.
-Pues a ver qué hago ahora.
-Yo soy voluntaria -me dice una de las señoras- y acojo a los peregrinos en mi casa. Si quiere puede venir.
-Me hace usted un favor.
Salgo con la señora, que me conduce a su coche.
-¿No podemos ir a pie?
-No. Mi casa está a un kilómetro. Vamos en coche.
-Pero eso es hacer trampas.
-Pero si va a pie tendré que esperarle y cuando vuelva aquí será tarde. Venga, súbase.
-Mierda.